lunes, 31 de agosto de 2009

Saber que los años no pueden con las ganas…


76 años no son nada... No son nada cuando las ganas de vivir, de aprender, de seguir creciendo, a pesar de la experiencia y la sabiduría, son más fuertes.

Aprender cosas nuevas, sumar conocimiento a otros tantos, que los años ponen en nu
estro haber, quizás no son valorados cuando los incorporamos en las edades en que las convenciones nos dictan.

Pero cuando los años son muchos, cuando el pelo ya es blanco, cuando las manos poco pueden moverse, cuando la vejez debería ser otra cosa… ya no son solo nuevos conocimientos.

Al principio nadie creía que su insistencia por aprender cosas nuevas fuera tan sólida. Un día fue una bicicleta roja, otro un celular, hablar por teléfono… Ni qué hablar de sus innumerables ocurrencias, y qué decir de la sorpresa con la que me topé al saber que había manejado una moto por primera vez, a los 70 y tanto de años, y a la que él mismo había logrado revivir.

La infancia de hace años, que parecen tan lejanos, no fue la que hoy. Él como otros t
antos, tuvo que hacer a un lado su educación, el aprender a leer y escribir, el jugar en la calle, el vivir la niñez. Tuvo que hacerse adulto, aun cuando sus años indicaban que no lo era... y sin embargo el tiempo fue su compañero de aprendizaje.

Cada vez que vuelvo a casa, siempre con algo termino por convencerme y afianz
ar mi idea de que es extraordinario, de que es “el más grande de todos”, y no precisamente por los años que la vida le deja seguir sumando.

Quizás por el cariño y el inmenso amor que tengo por él, quizás porque lo siento muy mío, quizás por la cercanía y el lazo que tenemos, que construimos.


Quizás porque es extremadamente gracioso, atorrante, pícaro, insistente, inteligente, sabio y comprensivo. Por sus ocurrencias, por su saber escuchar, porque es débil, porque es fuerte. Porque sabe qué nos pasa, aunque tratemos de ocúltalo.


Quizás porque cuando todos creíamos que se caía, logró levantarse, seguirse elevando y hasta se convirtió en nuestro andamio.

Quizás porque lo admiro, porque lo pongo una y mil veces sobre un pedestal, porque no se cómo protegerlo, porque nos protege, porque lo extraño, porque lo quiero, porque lo necesito.

Quizás por todo eso insisto en que es admirable…

Pero el mérito de cada día, su forma de ser, sus ganas, su paciencia, su lentitud y su rapidez, su vista cansada y débil, pero también sus ganas de mirar, de observar, de seguir viviendo la vida como pocos, hacen crecer mi admiración y le dan motivos a diario.

Es increíble saber que sus años no pueden con sus ganas, que el querer ser, aprender, enseñar, sean tan fuertes.

76 años no son nada… No cuando se siguen teniendo muchos menos en el alma, en las ganas, en la fortaleza, en querer ser, en querer seguir, en enseñarnos a vivir…

domingo, 30 de agosto de 2009

Sólo fue un paseo… sólo eso


Cuando todo parece querer salir hacia algún lado, cuando ya no hay motivos, cuando los pensamientos y los porqués no se detienen.

Tal vez ese paseo hizo ver las cosas desde otro lugar, desde diferentes miradas. Miradas que parecían darse cuenta de que caminaba sola, pensando, pero que también parecían ver que lo necesitaba, que quizás era una salida a lo que giraba en mi mundo. Miradas que tal vez simplemente no querían verme, palabras que no quería oír, discusiones que podía entender sin escuchar y minutos tan gratos que sólo hacían bien con percibirlos.

De repente un aroma que siempre, por esas vivencias que nos van marcando y formando en la vida, me hace volver al mismo lugar, a un lugar donde siempre quiero estar, que no quiero olvidar y al cual me gusta volver, aunque no se puedan evitar las lágrimas, aunque algunos digan que “al lugar donde has sido feliz no deberías tratar de volver”. Sin embargo, es un lugar que me hace muy bien, pero que también desde la distancia me hace sentir vacía, o que simplemente me hace extrañar y al cual siento la necesidad de volver para traer las fuerzas necesarias.

Imágenes que hablan por si solas perecen entristecernos, darnos fuerzas y hasta robarnos una sonrisa, las manos sujetas y el impulso para cruzar el puente, quizás sea eso lo que también necesitaba, ver las cosas buenas, recordar las que extraño y recuperar las fuerzas que el invierno parece llevarse en mi.

De repente un silbido me hizo volver a tierra, quizás lo necesitaba, quizás no era necesario. Pero mi di cuenta de que alguien había notado mi ausencia y me asustó, me hizo volver a tierra, quizás era el cable que necesitaba, aunque tal vez no era lo que quería, volver a mi mundo, donde por alguna causa me sentí vacía, sin motivos y con muchos porqué, con muchas preguntas y hasta con muchos reclamos a mi misma.

Sin más, sin menos, es el mundo en el que tengo que aprender a vivir, o con el cual debo aprender simplemente a convivir, un mundo que seguramente seguirá girando sin esperarme, que tomara forma o que simplemente girará para ir cambiando. En fin, un mundo que tendré que aprender a construir, a modificar aunque a veces sea en vano, a seguir intentando, a seguir viviendo, a seguir siendo…

lunes, 24 de agosto de 2009

País sin razón, país descerebrado

Por Esteban Peicovich - Especial para Perfil.com


Este chiste no va más. Aquí no pasa nada. Ninguno cede. La política es lo contrario del amor. Los políticos se relojean, se espían, se eluden, se joden. Son lo contrario del poema a los amantes de Girondo. No pueden con el peso de sus roles porque salen de un repollo, de una lista sábana, del guiño de un jefe. Aquí hay que votar poetas y músicos y pintores. Un artista se mete de cabeza, entrega el corazón y va a los bifes. Un político es ave de paso. Juega al mus. Se escabulle por el jardín de las promesas que se bifurcan. No sabe donde tomar el subte que va a la Realidad. La realidad es sueca, alemana y hasta tal vez a veces sea chilena. Pero aquí juega a las escondidas o nos viene de contramano. Puede que estemos dedicados a las cosas. Pero las vemos con el ojo torcido. Ortega se engañó. Lo nuestro, consustancial, es andar imaginando aquello que podría pasar si acaso algo pasara. Aquí se miente, se esconde, se informa al revés. Son inválidas las estadísticas, los porcentuales, las cifras. El entero país quedó encogido por torpezas mil. De séptimo del mundo que llegó a ser hoy es signo de interrogación clavado en el mapa. Da de pensar a los de afuera y de llorar a los de adentro. País sin razón, país descerebrado. País sin piedad, país sin país. La desesperación es modo de vida. No hay tiempo para pensar en el hijo, en la noche, en el alma. Se va entero en dedicarlo a temer a dónde carajo va esto. Falencia, inconciencia y violencia empujan al barco contra las rocas. El Kapitán está chapita. La tripulación deja que salten los tapones. Los pasajeros ya no creen ni en los botes salvavidas. Es el país de la chaveta perdida. Con cifras de pobres que abultan día a día. Con producción y consumo que baja en tobogán. Con desórdenes sociales que suspenden el juicio.


En Villa Celina, fanáticos de la banda Callejeros celebraron sentencias sobre un drama que dejo 200 muertos y 1.300 heridos. En la Villa 31 un grupo de chicos apedrearon a gusto durante dos horas a cien prefectos vestidos como en la Guerra de las Galaxias que resistían tras las vallas armados con aerosoles de gas con pimienta. En el Congreso chacareros alzados pujaron con la guardia de infantería hasta tumbar las barreras metálicas de contención. Crece la inseguridad y nadie atiende sus causas. La gente no muere por falta de ingresos. Muere por no tener acceso a los recursos. Pero el gobierno no actúa. Deja hacer a la droga, a la corrupción, a la mentira. Apela a la engañifa. Como Onganía (1968) y Videla (1978), Kirchner (2009) recurre a la táctica de adormilar con fútbol. “Pasó lo que pasó porque fuimos gobernados por atorrantes e irresponsables” vocifera K. a menudo. Ajá. Pero ¿Qué hacía él junto a ellos durante los 90? ¿No dijo por entonces que Menem era el mejor presidente? ¿No dijo Cavallo que K. era el mejor alumno del Modelo? Aníbal Fdez. su hoy ministro cara de piedra parlante llegó a vanagloriarse inimputable. “Soy peronista visceral. Voté Menem 89 y 95. Soy duhaldista portador sano. Soy kirchnerista pues él encarna el magisterio de Perón”. Su actual ídolo, ignorante de los resultados electorales del 28 de junio, trama y dispara frases a cómo salgan. Olvida que hace tres años, rojo de ira, hizo la gran Robespierre en un palco: “Si no solucionamos la indigencia que hay en el país, la guillotina francesa no será nada”. Aunque enseguida (tal vez por la advertencia de un temor oculto) licuó tanto compromiso con la frase más chantuna de los 90: “Yo no los voy a traicionar”. ¿No?.


Fuente: Perfil.com

Cambia, todo cambia...

Puede que este "post" resulte confuso, pero es que también logré confundirme, y quizás sea bueno!

A quienes decidan leer las páginas digitales de esta especie de libro que se comenzó a escribir y que, como se puede leer terminó por ser abandonado, necesité hacer una aclaración... y es que decidí modificar el encuadre con el cual cree mi blog.

Si bien ya había advertido que la identidad de Historiograma iría confugurándose de a poco, tal vez esté por cambiar demasiado, pero espero que para bien o al menos para poder escribir sobre diversas cuestiones... aunque seguramente también aparecerán trazos de historia y de actualidad.

Parece ser que hoy las anotaciones de quienes tenemos ganas de expresarnos o tan solo canalizar nuestros pensamientos se comienzan a plasmar en una pantalla dejando de lado los viejos cuadernos de anotaciones y escrituras de momentos en los cuales sentimos la necesidad de escribir… en fin, parece ser necesario, y también una decisión, el sumarnos a esta Sociedad de la Información, y me doy por aludida de que estoy insertándome en ella.

Simplemente la idea de este post era dejar asentado que este espacio en la Web sufriría una transformación, aunque seguramente seguirá reinventandose a lo largo del tiempo y recorriendo un camino, que de mas está decir, están invitados a caminar conmigo…